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martes, 1 de agosto de 2017

Cartas a Samira (3)

Texto original: Al-Jumhuriya

Autor: Yassin al-Haj Saleh

Fecha: 29/07/2017

Libertad para Samira Khalil
(Diseño: El pueblo sirio conoce su camino)


Aun pudiendo imaginar la decadencia de la situación, tal vez, Sammur, te preguntes cómo puede ser que lleves tres años, siete meses y veinte días desaparecida, a sabiendas de que tenemos amigos y conocidos que, si no están en el liderazgo de la oposición oficial, son cercanos a nosotros y tienen contactos y cierto margen de influencia. No me gusta hablar de ello, pero hay que hacer lo que se debe.

La verdad es que los cuerpos opositores que conoces emitieron comunicados cuando os secuestraron, pero no han hecho prácticamente nada más. Parece ser que algunos de los que ocupan puestos políticos influyentes llamaron en el momento del secuestro a partes regionales con capacidad de influencia, como el ministro de Exteriores de Qatar, que parece que habló con el poder fáctico en la zona, sospechoso de haber cometido el crimen: el Ejército del Islam. Sin embargo, no ejerció verdadera presión ni siguió el caso después. Por desgracia, nuestros amigos conocidos e influyentes no han seguido el caso ni han dicho palabra alguna sobre él. Tampoco han emitido comunicados, ni han intentado ejercer presión, ni han escrito un solo artículo, ni han ofrecido ayuda de ningún tipo ni a mí ni a las familias de Razan, Wael y Nazem. Me avergüenza reconocer esto, Sammur. No quiero dar nombres ni detalles, que son muchos.

¿No comprendes por qué? A mí también me resulta complicado comprenderlo. Si embargo, creo que hay dos o tres cosas a tener en cuenta. Parece que, en primer lugar, están ocupados en sí mismos, sus contactos y su carrera, y no parece que haya en el interior de la mayoría de ellos nada que les pese o a lo que otorguen peso o consideración, personal o general. En segundo lugar: ¡Fíjate bien en cómo es la política! Los intereses políticos: quién es quién, quién está con quién, con quién merece entablar relación y con quién no. Nosotros no somos una fuerza con dinero, poder o contactos. Nuestra utilidad es poca para cualquiera que busque algún beneficio, Sammur. Al mismo tiempo, nosotros -vosotros cuatro, los amigos, aquellos con los que tenemos cosas en común y yo- estamos fuera de toda autoridad: no dependemos de nadie, nadie nos garantiza nada y de nada tenemos que avergonzarnos. Eso hace de nosotros una especie de recuerdo molesto de un tiempo pasado a ojos de los nuevos notables, o al menos, personas que es mejor evitar para los seres racionales, disciplinados y seguros. Solo puedo decir, en tercer lugar, que han demostrado muy poca sensibilidad y humanidad, algo que no esperaba. Me da vergüenza escribir, Sammur, que algunas personas que conoces no han llamado ni mandado un correo para expresar su solidaridad ni para interesarse por la situación… Me avergüenza porque me hace parecer, cuanto menos, ingenuo. Después de todo esto, voy a añadir un cuarto punto: la estupidez. Sean cuales sean los intereses personales y políticos, podían haber ganado algo de peso e independencia si hubieran otorgado a vuestra causa la importancia que merece y habrían apelado a un diverso sector del público revolucionario que no se ha sentido representado en las estructuras sobre las que se elevaron y que presiden. También se habrían proporcionado un margen de maniobra más amplio en relación a otros grupos y fuerzas de los que, no sin dificultad, se entiende que no pueden desligarse. Pero, ¿cómo se puede entender que no puedan criticarlos, divergir con ellos u oponerse a ellos? No es solo que no nos hayan ayudado, sino que no se han ayudado a sí mismos tampoco. Se llama modestia de preparación, conciencia, imaginación y habilidad política. Nuestros honorables arribistas son de inteligencia limitada.

Te pondré un ejemplo. Hace más de un año me encontré por casualidad con una persona importante que conoces, que te conoce y que me conoce muy bien. Se había reunido con Zahran Alloush [1] y había venido a Turquía antes, en abril o mayo de 2015. No dijo una palabra de vosotros. Notó mi sequedad y se justificó diciendo: “No podemos hacer nada”. Le dije que eso no era verdad. Hace poco, ese hombre que “no puede hacer nada” pasó a ocupar un puesto importante en la Coalición. Resulta difícil hacer algún comentario. Quien “no puede hacer nada” se debe quedar en su casa en vez de ocupar puestos de supuesta función pública. Si no, pretender que “no puede hacer nada” oculta una clara inclinación en contra nuestra, un cierto ajuste de cuentas, egoísmo y el deseo de agradar a fuerzas criminales, pero influyentes, a costa de los luchadores democráticos carentes de capacidad de influencia. A colación del “no puedo hacer nada”, creo, Sammur, que la calidad de las aspiraciones de esta gente y sus contactos ha limitado de veras su imaginación. Ya “no pueden” imaginar la posibilidad de organizar actividades de protesta, por ejemplo, o participar en lo que hemos organizado nosotros, o apoyar trabajos artísticos, o lanzar iniciativas humanitarias en alguna ocasión (como el aniversario de la revolución, por ejemplo, o el aniversario de vuestro secuestro). También podrían sacar vuestras fotos en alguna reunión, por no decir que podrían boicotear al Ejército del Islam o tal vez publicar algún panfleto sobre sus prácticas en Al-Ghouta oriental. Por último, podrían lanzar una gran iniciativa en apoyo a vuestra causa.

Más que haberos fallado a ti, a Razan, a Wael y a Nazem, han fallado a la revolución siria y sus valores. La revolución de los ignominiosos sin importancia.

No tienen perdón y no he encontrado en casi 44 meses atenuantes que ayuden a comprender y perdonar.

El anterior ejemplo es solo uno de muchos, que te detallaré cuando vuelvas, pero que denotan que tenemos un problema profundo, muy profundo, en la oposición tradicional de la que venimos tú y yo, Sammur. Están en una posición que no es la de la revolución, ni están cerca de los detenidos, los torturados, los asesinados, los secuestrados y los desaparecidos forzosos, ni tampoco de los que hoy viven en tiendas dentro y fuera de Siria.

No evito mencionar nombres y detalles a fin de buscar conciliación, pues cada vez soy menos conciliador, Sammur. Lo que no quiero es reducir nuestra causa a un tema de injusticia particular, acusaciones y justificaciones. Igual que Razan, Wael, Nazem y tú libráis la batalla más dura y noble, intento librar una lucha equivalente que honre vuestra causa, yo que me he salvado. Ellos, te repito, están en otra postura no honorable, que no es la del amigo ni la del compañero. Pero sí se puede ver el vaso medio lleno como se suele decir, Sammur. En todo lo que se hace por vuestra libertad participan amigos y amigas nuestros. A algunos de ellos los conoces y puedes suponer quiénes son; a otros no. Muchos ni siquiera son sirios y a otros no los conozco en persona ni yo mismo. A pesar de todo, no estamos solos, Sammur. Nos une a ellos el hecho de no ser personas influyentes ni con contactos, pero que trabajamos por lograr la justicia para nosotros y los demás en este mundo decadente. Mucha gente de muchos sitios me pregunta por ti, siguen vuestra causa y sienten que te conocen. Eso me da fuerzas, y espero que a ti te lleguen y te refuercen, y que también les llegue a Razan, Wael y Nazem y les fortalezca.

No estamos solos, Sammur.

Hoy como siempre, seguimos trabajando por vuestra libertad, Sammur, y no cejaremos en nuestro empeño. Espero que hayamos creado una causa fuerte y deseo que podamos traducir su fuerza ética en una fuerza legar y política.

Lo que más quiero es que te preocupes por tu salud y que te acompañen la paciencia y la determinación hasta que vuelvas, espero que pronto. 

Besos, corazón mío.

Yassin



[1] Fundador y ex líder del Ejército del Islam, muerto en un bombardeo en 2015.

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